La decisión de escribir una
novela de índole histórica tiene consecuencias inesperadas y colaterales que
sorprenden al mismo autor (o sea, a mí mismo). En el momento en que me planteé
escribir una saga, mezcla de novela negra e histórica, poco podía imaginar los
vericuetos por los que me vería arrastrado a causa de las peripecias de mis
personajes.
En la obra que estoy escribiendo,
la cuarta y última de esta serie, he descubierto que, incluso en los momentos
más duros, siempre surgen personas dispuestas a jugarse el tipo para ayudar a
aquellos que se encuentran en gran necesidad y con grave peligro de su vida.
Eso es lo que realizaron, en la posguerra española, muchas personas que antepusieron
una ayuda desinteresada hacia aquellas personas que la requerían, aun a costa
de sus intereses y de su propia libertad.
Algunas de estas personas
ocupaban puestos de compromiso (consulados o cargos de cierta responsabilidad),
pero la mayoría eran personas anónimas
que contribuyeron a salvar muchas vidas. Ayudaron a traspasar la frontera que
representaba los Pirineos a judíos, aviadores aliados y todas aquellas personas
que huían de la barbarie nazi.
Paso doble es otro libro de
Patricia Martínez de Vicente que, junto con el té de la libertad, nos ayudan a
entender una época oscura en que estos personajes brillaron con luz propia,
aportando unas grandes dosis de humanidad con la máxima discreción y secreto.
Personajes como Eduardo Martínez Alonso,
padre de la escritora, contribuyeron a realizar esta hazaña, hasta ahora
silenciada. Llegó el momento de encender la luz y darle el brillo que merecen.