No le teme a las tormentas.
Por él, en múltiples
ocasiones,
ya se ha enfrentado
con ellas,
defendiendo sus
bastiones,
elevando a las
estrellas,
su lucha sin
condiciones.
No le asusta la oscuridad.
Por él ya la ha
conocido,
la ha sentido en su
vida,
en silencio, a veces
sin ruido,
sin posibilidad de
huida,
otras como sonoro
bramido.
No huye de la dificultad,
de enfrentarse a los
problemas,
y tener que determinar,
cuáles serán las
batallas,
a las que habrá de
enfrentar
para derribar las
murallas.
No luce arma ni
protección,
ni armadura ni recio metal,
ni sistema de
contención.
No posee defensa
especial.
Decreta por propia
decisión
un gran amor
incondicional.
Ella es madre y en su
condición,
orgullosa muestra las
heridas,
de su dura y penosa
situación,
de las crueles batallas
libradas,
del triunfo de su buena elección,
que le ha permitido
unir sus vidas.
Luis Bolívar
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