EL ÚLTIMO MORISCO
DIEGO RAMOS
Decía Chufo Llorens, en una
reciente entrevista, que la novela histórica puede ser más educativa que la
historia. Es un razonamiento acertado pues la historia puede ser más densa,
llena de datos, fechas y conceptos que, lejos de motivar a los alumnos, a menudo
los aleja de ella. En cambio, la novela histórica, siempre que esté bien
tejida, permite realizar una incursión immersiva en una etapa histórica
determinada. Si el autor consigue crear una trama coherente donde los
personajes se rijan por usos y costumbres propios de la época, utilicen un
lenguaje apropiado a la clase social a la que pertenecen y a la educación
recibida, seguramente conseguirá que el lector no solo se adentre en esa época
descrita sino que aprenda de la historia sobre la que trata la novela.
Y eso es lo que ha conseguido
Diego Ramos en su novela “El último morisco”, donde narra la rebelión de los
moriscos. Nos introduce en la piel de Khalil y su entorno familiar y social.
Nos hace vivir las vicisitudes sufridas ante los enfrentamientos de moriscos y
cristianos. Padeceremos ante los embates de una guerra religiosa pero, al mismo
tiempo, fratricida. Y seguiremos los pasos del destierro a que fue condenada
toda una población, sencillamente, por sus creencias religiosas y culturales.
Frente a Khalil, nos presenta la
figura de Dídac, contrapunto necesario para reconocer que las guerras y grandes
desgracias son provocadas por los grandes señores y sufridas por los humildes
habitantes del reino. Las vicisitudes de Dídac también sirven de muestra de las
dificultades en las condiciones de vida para todos los habitantes de España del
siglo XVI.
Resulta interesante ver que,
cuando se encuentran los personajes, y se llegan a conocer como personas, las
diferencias culturales desaparecen para dejar paso a la amistad. La amistad es
una planta que se ha de regar si se quiere conservar, algo que realizan los
personajes de la novela a pesar de las dificultades y vicisitudes que los
separaran.
Diego Ramos realiza un laborioso
trabajo de investigación que dignifica la novela. Vemos crecer a sus personajes
y asistimos a un momento trágico de nuestra historia. En la novela presenciamos
un sentido homenaje a sus dos patrias: Cataluña y Almería.
La Corona española, en su momento
más grandioso, no supo beneficiarse de las riquezas del Nuevo Mundo. Mientras
se dilapidaban grandes fortunas en guerras, por otra parte se perdía la riqueza
real que consistía en la diversidad de la población del territorio (moriscos,
judíos…) por un interés uniformizador que no haría más que empequeñecer el
imperio.
Leer el Último morisco es
realizar una inmersión a la España del siglo XVI. Tras su lectura no solo
disfrutaremos de una trama apasionante, sino que saldremos algo más ilustrados
en historia.
Luis
Bolívar