ESTEFANÍA JIMENEZ
“Sin duda, ser testigo de cómo introducían
un instrumento metálico en el ojo de una joven, lo golpeaban con una maza hasta
hacerlo llegar al cerebro y cortaban con él las conexiones del lóbulo frontal,
no era la forma en la que Brenda Carter habría preferido comenzar su nueva
etapa como psiquiatra en el Hospital Estatal de Filadelfia, Byberry, aquel día
de verano de 1955”.
Dicen los entendidos que los
primeros párrafos de una novela son fundamentales para determinar si la obra
fracasará o si, por el contrario, tendrá éxito. Por si acaso, Estefanía Jiménez
nos golpea con un comienzo brutal, digno de la mejor de las novelas negras. No
hace falta decir que estamos avisados.
La trama tiene lugar en el
hospital de Byberry, en Filadelfia, en una época donde los internos pierden la
capacidad de decidir sobre sí mismos y los médicos, imbuidos de la superioridad
que les da su estatus se permiten realizar intervenciones que hoy
clasificaríamos como sesiones de tortura.
En este ambiente se encuentra la
joven protagonista, la psiquiatra Brendan Carter, una mujer a la que todos
desearían ver fuera del establecimiento, ocupada en cosas propias de las amas
de casa y no molestando en un centro hospitalario en el que muchos de sus
internos son enfermos mentales y están allí como consecuencia de los delitos
realizados.
Uno de los presos, Jayden
Johnson, llama la atención de Brenda por sus características tan especiales. Se
trata de una persona brillante que, pronto será sometido a un tratamiento que
lo convertirá en un muerto en vida. Brenda lo trata y queda fascinada por su
gran capacidad. A partir de las entrevistas conoceremos su pasado en el
orfanato, tras el asesinato de sus padres. Brenda se enfrentará a una difícil
postura si quiere salvar a Jayden: enfrentarse al sistema, a todo lo que, hasta
aquel momento, es considerado como aceptable o válido. Tratándose de una mujer,
la lucha es más titánica y desigual.
Como toda novela negra que se
precie, también es una novela social y Estefanía nos muestra las miserias de
los orfanatos y hospitales psiquiátricos en una época donde los usuarios
quedaban marcados por los abusos y las durezas de las condiciones de vida en
los mismos.
Conciencia muerta es una novela
dura, sin concesiones ni contemplaciones. Sus personajes son fruto de la
historia que arrastran en una sociedad que los olvida como juguetes rotos en
unos orfanatos que tienen más de siniestros que de acogedores.
Tan solo cabe felicitar a
Estefanía Jiménez por esta magnífica novela y desear que siga creando historias
capaces de asombrar al lector.
SINOPSIS
Cuando
los demonios dominan tu mente, solo hay dos opciones: luchar contra ellos o
aceptarlos como amigos.
En verano de 1955, la joven
psiquiatra Brenda Carter comienza su andadura laboral en el polémico Hospital
Estatal de Filadelfia, Byberry.
Brenda es consciente de los
abusos y horrores que allí acontecen, no obstante, su principal objetivo
consiste en demostrar su valía en un mundo de hombres que no están dispuestos a
ponérselo fácil. Para lograrlo pone sus miras en Jayden Johnson, un joven
interno acusado de asesinar a su padre adoptivo y cuyos episodios violentos lo
convierten en todo un reto.
La mente de su paciente es
prodigiosa y fascinante y, por medio de sus recuerdos, viajarán en el tiempo al
Chicago de los años treinta, donde Capone y su organización tenían el control
absoluto de la ciudad. La infancia de Jayden y de su hermano Ken transcurrió en
el peor de los infiernos: un orfanato que no era otra cosa que la tapadera para
el más deleznable de los negocios de «Caracortada» y cuna de todos sus traumas.
Sin embargo, Brenda intuye que
hay un misterio mucho más complejo en la mente de Jayden y está decidida a
sacarlo a la luz, antes de que Byberry acabe destruyéndolo. Para ello tratará
de encontrar a Kenneth Eaton, su hermano perdido, aunque quizás lo que él
esconde acabe por hundirlos aún más en la oscuridad.