Clare
Mackintosh
Resulta curioso como el
lector ve interrumpida sus lecturas previstas cuando las recomendaciones de
otros lectores irrumpen, como un elefante en una cacharrería, en su dulce y
acomodada vida llevándole por veredas que difícilmente se hubiera atrevido a
recorrer.
Esto fue lo que me pasó
con “Te dejé llevar”, de Clare Mackintosh, aparentemente un thriller que
comienza con un accidente, una noche de lluvia, que tiene como consecuencia la
vida segada de un niño y la huida del conductor del lugar de los hechos.
Un accidente con fuga que
tendrán que investigar Ray y Kate, inspectores del CID. Las investigaciones no
obtendrán ningún resultado en principio. Para colmo, la madre del niño
atropellado también desaparece.
La autora nos presenta a
Jenna Gray, una mujer que se ve obligada a dejar todo atrás, tras aquel
terrible accidente. Desesperada, busca un lugar donde esconderse, donde el
dolor que le produjo aquel suceso deje de ser tan insoportable, donde los
miedos puedan desaparecer.
Una novela que tiene
mucho de thriller psicológico, con una gran recreación de personajes y de sus
actuaciones guiadas, a menudo, por motivos inconfesables.
He de reconocer que me
pareció un tanto lenta al principio, hasta que llegas al punto en que descubres
que la autora te ha enredado en una sutil tela de araña que te hace confundir
la historia. A partir de ese momento, comienzas a devorar el libro. Se trata de
una historia diferente a la que habías imaginado en un principio, con una trama
atractiva y angustiosa, donde deseas ayudar a la protagonista y protegerla del
peligro que se avecina.
Dura, cruel a ratos, pero
real, desgraciadamente muy real. Una novela que te hace ver que los monstruos
se encuentran entre nosotros disfrazados a menudo con piel de oveja. Una novela
muy bien escrita, con una narración fluida y con una percepción psicológica muy
de acorde a las características de los personajes. Está claro que Clare
Mackintosh se ha documentado muy bien para transmitir aspectos como la
fragilidad humana, la perversidad, el dolor de la pérdida, la resiliencia y la
necesidad de restitución y justicia inherente en el ser humano.
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