jueves, 18 de febrero de 2021

LA CASA DEL COMPÁS DE ORO

 

LA CASA DEL COMPÁS DE ORO

BEGOÑA VALERO

 

Una de las cosas que se agradecen en la novela histórica es que, además de disfrutar de una buena lectura, cosa que los ávidos lectores siempre agradecemos, nos hace vivir en una época anterior. Nos convertimos en observadores de un mundo que quedó atrás y que, a menudo, resulta difícil de recomponer.

Es aquí donde se agradece el esfuerzo en la documentación que ha de realizar el escritor para mostrarnos unos paisajes y unos personajes que ya no existen. Es el caso de Begoña Valero con su obra La casa del compás de oro. Nos traslada a la Europa del siglo XVI, una época donde la defensa de unas ideas podía acabar con un acusado en la hoguera, donde la Inquisición y los tribunales religiosos podían cuestionar los textos escritos.

Begoña nos descubre la figura de Christophe Plantín, un personaje que ama los libros y los convierte en objeto de su trabajo y de su vida. En la novela, veremos transcurrir la vida de Christophe, un personaje real, y también seremos partícipes de los acontecimientos más significativos de la época relacionados con las guerras de religión y con el dominio de los Países Bajos por parte de España.

Tras la lectura de la obra, no queda más remedio que quitarse el sombrero ante la figura de Plantín, un sencillo personaje pero que tendrá una repercusión mayúscula en la Europa del momento gracias a sus habilidades para imprimir y editar algunas de las obras más importantes del momento, contribuyendo a su difusión y a un cambio de mentalidad en una época, arrojando luz donde antes había oscuridad.

Es de destacar el personaje de Luis de Osuna, compañero de fatigas de Plantín, que nos ayuda a comprender mejor la sociedad del momento. Agiliza el relato, y complementa la historia del editor. En él se focalizan muchas de las aventuras que transcurren en la novela. No deja de ser el amigo que intenta solucionar los problemas y adversidades a las que se enfrenta Plantín. Luis de Osuna es un soldado de los Tercios de Flandes y, desde su mirada, asistimos a los enfrentamientos religiosos y a los hechos históricos de una forma más próxima, implicándose en los acontecimientos y dándole una perspectiva más humana.

 Dicho lo anterior tan solo cabe felicitar a Begoña Valero por habernos permitido viajar a una época tan atractiva como tumultuosa y habernos dado a conocer un personaje tan singular. Es uno de aquellos personajes que pasan de manera discreta por los recorridos de la historia, pero que su trascendencia supera, a menudo, a otros mucho más reconocidos. Todo un placer la lectura de esta novela.



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