martes, 25 de enero de 2011

La Balunca

Caminando por el circuito que rodea el pueblo, un rumor sordo nos avisa que estamos cerca del río. Las aguas corretean alegres y desenfadadas hasta que se produce un cambio en su ritmo que amenaza inercia. El pequeño río se ensancha y se calma en un suave remanso: hemos llegado a la Balunca.
Lugar de paso obligado para atravesar el río ha gozado del privilegio de saberse importante para la comunicación entre las dos ribas, contribuyendo a la entramada red de caminos que, diariamente, es hoyada por caminantes ávidos de realizar un tranquilo paseo.
El remanso resulta zona de baño habitual tanto para aquellas personas que desean refrescarse en las cálidas tardes de agosto como de aquellos campesinos que deciden remojarse los pies después de una ajetreada jornada de trabajo.
Hoy el vado es atravesado por un carril suficiente que permite el paso de vehículos pesados pero la definición del lugar viene dada por el “palo”, un tronco que, en tiempos, era el camino habitual de paso y que dio nombre al lugar por el palo de la Balunca.
A menudo, el palo de la Balunca se ha convertido en lugar de reunión familiar donde hasta las más cálidas  conversaciones eran refrescadas por unas aguas que, si una cosa tienen, es el poder de rebajar la temperatura de los cuerpos más ardientes.
Las fuertes calores diurnas del verano hacen que resulte obligado pasear por las sombras que generan las alamedas próximas. Ellas son testigo de muchas comidas familiares que, a su sombra, han tenido lugar en días festivos; de caminantes solitarios que recorren la ribera convirtiendo el paseo en sudorosa aventura; de niños que, jugando, corretean y lanzan piedras a la corriente y de parejas enamoradas que, ajenos al devenir del tiempo, recorren el camino ensimismadas convirtiendo el paseo en una experiencia única.
Posiblemente hoy ha perdido un tanto el protagonismo de que ha gozado en otras épocas, pero en el referente popular de la zona, el palo de la Balunca siempre será un lugar de grato recuerdo en la memoria de los habitantes del pueblo. Todos ellos guardan en un lugar del corazón una pequeña historia cuyo secreto solo conoce el tranquilo vado.

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