Junto a la iglesia de la Mare de Déu de la Roca de Mont-roig del Camp encontramos una puerta cuyo paso parece guiarnos a un mundo fantástico como si del país de las maravillas de Alicia se tratara.
Superada esa primera impresión de entrar en un lugar secreto hallamos un espacio donde el suelo, de piedra gris, contrasta con las rojas tonalidades de las paredes, fruto del colorido del terreno que domina el espacio circundante.
La pica de piedra que se halla en mitad de la estancia domina el espacio con su presencia. Parece ejercer una fuerza de atracción sobre Núria que, sin dudarlo un instante, se dirige hacia ella arrastrando su pequeño muñeco de trapo convertido en improvisado cómplice de las circunstancias del momento.
Núria observa la pica y, con gran curiosidad propia de un espíritu inquieto y creativo, comienza a dibujar figuras en el agua. Convertida en improvisada artista observa, con fascinación, las imágenes en movimiento que surgen de aquel espontáneo acto artístico.
Ondas, figuras sin una forma concreta pero con un gran valor simbólico para la artista comienzan a aparecer bajo la maestría con la que, enérgica a momentos, suave en otras ocasiones y, sobre todo persistente, dirige su obra de manera segura y confiada en sus posibilidades.
Tras un espacio de tiempo limitado en que, ensimismada, ha contribuido a crear unas mágicas fantasías, el retorno a la consciencia parece inevitable. Es entonces cuando observa el muñeco, que había estado abandonado en el suelo, lo coge y, con una complicidad recuperada, decide adentrarse en aquél territorio inexplorado para obtener nuevas y fantásticas experiencias.
Mientras observas, con curiosidad, cómo intenta subir las irregulares escaleras de piedra que están recortadas sobre el terreno, valoras en su justa dimensión la escena que acabas de presenciar y te das cuenta de que el agua ejerce una influencia encantadora, casi mágica sobre los niños. Por otro lado piensas que, algunos de los momentos más fascinantes que tienen lugar en la vida de una persona se dan en la infancia, cuando el raciocinio y la lógica no han impuesto su dictadura sobre el libre ejercicio de la creatividad mostrada por un alma libre.
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